jueves, 26 de octubre de 2017

Canguroland

En un lugar en donde hay más marsupiales que personas, no podíamos olvidar de mencionar a los canguros.

Parece imposible poder tocar a unos animales salvajes y saltarines como los canguros. Pero en Morisset Park es posible. En este parque al aire libre sólo hay bosque y naturaleza, un hospital mental abandonado y canguros. Los canguros viven y saltan a sus anchas con la peculiaridad de que en este punto del parque cada día pasa mucha gente y los canguros se han podido acostumbrar. Es por ello que si se tiene cuidado y se elige a un canguro pequeñito, las posibilidades de que puedas tocarles aumentan. En general la gente les lleva plátanos, zanahorias y demás para alimentarles. De esta forma es posible que se acerquen a ti.

No dejan de ser marsupiales salvajes por lo que hay que tener cuidado ya que en cualquier momento te pueden arañar o atacar. No obstante, con comida en mano y acostumbrados a la gente como están en este parque, se puede intentar acariciar a un canguro.

Para acceder a este parque, existe la opción de coger el tren desde Sydney, desde la estación Central. Son dos horas de viaje pero las vistas del trayecto también son espectaculares ya que el tren durante un tramo del mismo va al lado del mar. Ya en el destino hay unos taxis especiales que en 5 minutos te dejan en Morisset para poder ver los muchos canguritos que dan saltos por el parque/bosque.

domingo, 23 de julio de 2017

Comparamos desde la experiencia

Lo más fascinante de viajar, no es únicamente conocer lugares nuevos, es también conocer cómo viven sus habitantes. Este es un artículo escrito desde la experiencia por lo que siempre puede haber puntos que no se adapten a la realidad. Tras haber vivido en Londres, Roma y Sydney, he aquí un resumen general.

Primero he de decir que no es lo mismo vivir en ciudades grandes que en pueblos por lo que sólo puedo ceñirme a la vida en ciudad. En el caso de Australia por ejemplo, las urbes son particularmente anglosajonas (con un toque asiático) pero en el resto de país, hay numerosas comunidades de aborígenes australianos que tienen una cultura y tipo de vida totalmente diferente.

Asimismo, Londres y Sydey poseen un alto porcentaje de residentes extranjeros. Londres -hasta el Brexit- acogía a gente de todo el mundo y en Sydney proliferan los asiáticos que en muchos casos son generaciones que han nacido en la ciudad australiana. Es por dicho motivo que en ocasiones es difícil distinguir el verdadero estilo de vida inglés y australiano. Por el contrario, en Roma hay menos extranjeros por lo que es más fácil averiguar cómo se vive en la “bota europea”.

Segundo, recalco que por mucho que las critique, todas ellas me han dado la oportunidad de vivir y directamente nadie me ha tratado mal. En todas he trabajado y vivido y no me ha pasado nada. Siempre estaré agradecida a Londres, Roma y Sydney y a sus habitantes, con lo bueno y con lo malo.

No hay culturas mejores ni peores, cada cual tiene sus puntos positivos y negativos. Irse a vivir al extranjero le abre a uno la mente aunque en mi caso, me he dado cuenta que en España, y en mi caso, en el País Vasco, es donde mejor se vive. Es cierto que a los países del sur de Europa les hace falta mucha disciplina política, una disciplina inglesa para combatir los males de corrupción. No obstante, hay una mayor riqueza cultural y personal en los países mediterráneos. Las fiestas de los pueblos, ferias gastronómicas y folclore cuentan con su personalidad en España e Italia. La cultura inglesa es plana, sin emociones, de ahí que los ingleses sean más fríos como personas y de ahí que burocráticamente y políticamente las cosas funcionen mejor.

La cultura inglesa es reunirse para jugar al tenis -o cualquier deporte/afición- o para tomar algo en el pub. La australiana es más de lo mismo pero se queda más que en el pub en la playa o campo. Para los australianos la tradición es juntarse para hacer barbacoas o en el pub si el tiempo no es bueno. Las navidades de los australianos son navidades de barbacoa.

Londres y Roma sin duda, son dos de las ciudades más bonitas del mundo y son dos polos opuestos por antonomasia.  En la primera todo funciona y en la segunda no. En Londres hay más reglas, hay más control y por ejemplo, es casi imposible defraudar a hacienda. En Londres sabes cuándo pasará el tren, en Roma sólo si eres afortunado. En Londres se pasan con las normas, cámaras que te graban en continuación por la calle, multas estelares por tirar un simple chicle o cigarro al suelo… Y por supuesto en Roma los encargados de recoger la basura hacen huelga hoy sí y mañana también…

Los extremos nunca son buenos y me quedo con lo “bueno por conocer” de España ya que por lo menos, en el País Vasco no experimento ni el estrés de que si te sales un poco de la norma se te cae el pelo ni el estrés de que nada funciona. Australia en ese aspecto se parece a nosotros, se encuentra en ese equilibrio aun teniendo muchas normas al estilo inglés.

Me quedo con España porque tiene su sistema de seguridad social (aunque el Reino Unido también lo tiene) cosa que Italia y Australia no. En ambos tienes que pagar a los médicos y el seguro.

Cultura anglosajona

Los ingleses y los australianos no son iguales, pero sí tienen similitudes. Es evidente que en la antigua colonia inglesa, todavía quedan algunos rescoldos. El inglés, la Reina, la dificultad de hacer amigos, el capitalismo y la carencia de una cultura gastronómica son los puntos que podrían tener ambos en común.

Es muy difícil hacer amigos ingleses o australianos -Londres y Sydney son ciudades cosmopolitas que acogen a una infinidad de culturas y esto también dificulta encontrarte con nativos-. Para ambas sociedades lo más importante es ser educado y cordial. La verdad es que en España e Italia un poco de educación no nos vendría mal, lo que pasa que creo que la cultura mediterránea e inglesa se encuentran en los extremos. Estaría bien un poco de ambos, un poco de educación sin la que yo denomino hipocresía inglesa. En Inglaterra uno no deja de escuchar “sorry” “thank you” “please” “scuse me” “how are you” etc. por todas las esquinas. En Australia es más de lo mismo, pero afortunadamente, en menor cantidad. Aunque para aquellos españoles que nunca vivieron en Inglaterra, la cantidad de “sorrys” les sigue pareciendo inmensa. 

Para la cultura anglosajona lo relevante es ser educado. Hay que saludar, pedir perdón y preguntar qué tal aunque la persona que tienes en frente no te importe. Eso sí, no le empieces a contar tu vida tras el qué tal porque te ignorará. La cultura anglosajona quiere el saludo por educación por lo que simplemente es necesario contestar al saludo. Tu vida no les interesa, si estás contento, triste o cansado. Hay que responder o bien o medio bien y ya. Cada uno con su vida por su lado. No hay emoción.

Los ingleses son más fríos y de poca palabra mientras que los australianos hablan por los codos. Sin embargo, los australianos no son capaces de profundizar en aquello que de verdad importa. Pueden hablar de banalidades durante minutos cuando en realidad ya preferirías que la conversación finalizara porque no llega a ningún lado. De ahí esa dificultad a tener amistades tanto inglesas como australianas.

Lo bueno de la cultura anglosajona australiana es que el saludo es más cálido que el de los ingleses y que están dispuestos a ayudarte en todo momento, algo que no se manifiesta en todos los ingleses, o que se manifiesta en aquellos ingleses que ya te conocen algo mejor. Los australianos también intentan ayudarte incluso por la calle, cuando ni te conocen. Un ejemplo se puede encontrar al coger el transporte público. Los conductores de los autobuses de Londres, no te dirigen la palabra, no esperan, no quieren que les preguntes. En Australia, todos saludan y de vez en cuando siempre hay alguien que le pregunta sobre dónde bajarse etc. Suelen esperar si te ven que llegas corriendo o esperan a que un anciano se instale bien sentado. En el estrés londinense, esto último no lo haría un autobusero porque no hay tiempo… Son tan amables que incluso se ha extendido la costumbre de decir “thank you” (que yo lo veo a veces innecesario) cuando desciendes del mismo.

Los australianos son más abiertos que los ingleses, supongo que al igual que sucede cuando se compara a los países del sur con los del norte de Europa, será cuestión del clima. En Australia es clima es mejor y quizá también por ello son un poco más simpáticos que los ingleses. Los ingleses no son capaces de decir la verdad a la cara y lo hacen todo por escrito o sigilosamente por detrás. Crees que estás trabajando bien pero al mes te echan o te enteras de que no lo estabas haciendo bien. De ahí que tengan una infinidad de postales para cada momento de nuestras vidas. Se lleva mucho el escribir las postales. Las postales de cumpleaños, nacimientos, christmas… porque son incapaces de decir lo que sienten. Incluso cuando se realiza un regalo, la tradición indica que no se abre delante de la persona y después se le envía una postal dándole las gracias… Puede que no hayas hablado casi con tu compañero de trabajo, pero el día que deja el trabajo le escribes una postal… Es una hipocresía que en España no se puede concebir.

Probablemente sea una cuestión histórica. Inglaterra y Australia todavía son clasistas aunque dispongan de normas sociales que tratan de encubrir el clasismo. No obstante, al menos en el Reino Unido hasta el momento en el que el referéndum dio la razón al Brexit, por excelencia ha acogido a gente de muchos países y de todas las clases y contaba con el principio de “no discriminación”. Tanto en el Reino Unido como en Australia, las ofertas de trabajo en general no cuentan con requisitos discriminatorios. Algo que admiro y que no se puede decir de los dos países mediterráneos que conozco. 

No obstante, eso no significa que no haya racismo o discriminación, la hay y mucha, forma indirecta. Las aduanas en los aeropuertos australianos es un claro ejemplo de la discriminación que hay. El trato a los inmigrantes es duro y estricto, es una sociedad que no deja pasar a cualquiera, como si Australia fuera exclusiva de los australianos.

Los ingleses tienen la tendencia a sentirse superiores especialmente hasta que te conocen. Cuando eres un desconocido para el inglés tú eres inferior. También es cierto que, por lo menos en el caso de los ingleses, si consigues una amistad, lo más probable es que esa persona no te falle. Una vez perteneces a su entorno, son de buen corazón.

Cuando menciono al capitalismo me refiero a que todo es muy caro y hay gente extremadamente rica que no para de realizar inversiones. Megarricos que repercuten en esa brecha entre ricos y pobres.  
El capitalismo también lo relaciono con la mentalidad laboral. El número de festivos es muy bajo porque lo importante es producir. Pero los humanos también necesitamos descansar… España siempre será mejor en ese aspecto. Se ve que no sólo nacimos para trabajar. La vida también hay que vivirla.

Lo que le sucede a Australia es que sigue por detrás de Europa. Aunque parezca mentira, todo llega más tarde incluso hoy en día. Todavía hay muchas infraestructuras que funcionan a la antigua usanza, que permanecen tal y como los ingleses antepasados las trajeron.

Entre otros, todavía utilizan el término violencia doméstica en vez de violencia de género, todavía cuentan con políticas de reciclaje y de ahorro de agua que nosotros implantamos hace 15 años.
Son muy naturalistas, viven entre animales y los animales se respetan como parte de la sociedad, cosa de la que los españoles deberíamos aprender. No obstante, los buzones se llenan de papeles publicitarios de una manera increíble, las empresas gastan papel y algunas ni lo reciclan. Todavía hay una infinidad de productos y artículos que no se reciclan o reutilizan. Menos mal que por lo menos están tomando conciencia poco a poco.

No existe el lugar perfecto para vivir así que ¿tú con qué lugar del mundo te quedas?


martes, 25 de abril de 2017

Blue Mountains

Three Sisters
11.000 kilómetros cuadrados situados en la frontera con Sydney conforman esta hermosa enclave natural denominada Montañas Azules o Blue Mountains. El verde predomina en cada rincón y las vistas son espectaculares desde cualquiera de las cimas.

El parque natural de Blue Mountains está principalmente compuesto por montes de 1.000 metros de altura, ríos, arroyos y colinas en el que abundan los árboles Eucaliptos. Esta especie vegetal es la que ha dado nombre a las montañas porque desprenden un aceite azul que se puede vislumbrar al mirar hacia la distancia, especialmente en los atardeceres de invierno. 

Es un paraje único e inolvidable aunque hoy en día, debido al auge del turismo ese encanto queda relegado. Son una infinidad los paseantes y turistas que transitan estas montañas y provocan que no haya tanta tranquilidad cuando se visitan. 

La parte explotada y más conocida por el turismo es la correspondiente al funicular y dos teleféricos en los que merece la pena montarse porque las vistas no tienen descripción. Mis sentimientos eran de estar inmersa en plena naturaleza salvaje como nunca. 

Para hacer senderismo y vislumbrar algunas de las cimas o las cascadas Katoomba, lo mejor es acercarse en teleférico hasta el denominado Echo Point y desde allí se puede caminar hasta Three Sisters. 

A Blue Montains se puede acceder en coche y en tren desde Sydney y bajando en Katoomba. Lo bueno de ir en tren es poder ver parte de esa naturaleza antes de llegar. Y si se va en domingo, el viaje sólo cuesta 2,50 dólares australianos. 


jueves, 23 de marzo de 2017

Cuando calienta el sol…

Aquí en la playa… Es lo que tiene el hemisferio sur: las estrellas que se ven por la noche son diferentes y las estaciones del año son las contrarias a las del norte. Por lo que en enero, febrero y marzo se va a la playa. Bueno, si el tiempo lo permite claro. Hace justo un mes empezó a llover torrencialmente y sólo ha habido dos días buenos, el 11 y 12 de marzo. No obstante, a pesar de ello, quién me iba a decir que un 11 de marzo iría a la playa.

Watsons Bay
Si de algo se caracteriza Sydney es de sus innumerables playas, puertos y acantilados que la rodean. El océano Pacífico que baña la costa en general lo hace con virulencia por lo que las olas son de gran altura y fuerza. De ahí que Australia sea un destino conocido y escogido por los surfistas. Lo cual no quiere decir que haya playas tranquilas en las que bañarse.

Los paisajes en el mar, las playas y acantilados son muy parecidos a los del Mar Cantábrico con la diferencia que en Sydney se entremezclan la vegetación del clima Atlántico y del Mediterráneo. Proliferan los árboles de ambos climas y especialmente abundan los pinos mediterráneos.

La ciudad, se encuentra dividida por la ría o bahía de Sydney como expliqué anteriormente, dando lugar así a Sydney del norte y del sur. Cuando los ciudadanos se refieren a sus playas, hablan de las playas o del norte o del sur porque son muchas. Pero hay dos largas playas muy famosas en la ciudad: Bondi y Manly.
Manly
Bondi Beach

Bondi se encuentra ubicada en la zona sur y Manly en la norte. Ambas son muy amplias y tienen también espacios verdes para tomar el sol o comer una barbacoa, una actividad que les gusta mucho a los ciudadanos. Las dos playas son aptas para practicar surf mucho más que para darse un chapuzón. Los equipos de rescate trabajan a destajo ya que las corrientes se pueden llevar mar adentro a los bañistas. Sin embargo, la mayoría de las playas tienen una piscina natural creada en la orilla para nadar y no preocuparse por las corrientes o los tiburones en peligro de extinción que hoy en día apenas alcanzan la orilla porque en algunos puntos hay redes instaladas.


Para poder bañarse con tranquilidad hay playas a las que las olas llegan con menor intensidad y sus aguas son poco profundas. Es el caso de Shelly Beach, situada muy cerca de Manly, pasando a través del paseo marítimo. En el sur hay playas como Clovelly. Otras playas en las que se puede uno bañar porque las olas son medias son Balmoral (en el vídeo) en el norte y Coogee en el sur.



Para llegar hasta la costa norte, se puede acceder en autobús pero es más recomendable ir en barco porque se tarda menos y porque se pueden ver los aproximados 7 kilómetros de ría-costa y todos sus puertos. Desde el centro, en la bahía de Sydney, donde se ubican el Puente y la Ópera House, hay un puerto para coger los barcos hacia la costa. 

Los habitantes de Sydney utilizan con asiduidad este medio de transporte debido a que muchas zonas residenciales y laborales se encuentran situadas a lo largo de toda la ría-costa. Los precios son parecidos al del autobús y los domingos, se pueden coger todos los autobuses y barcos que se quiera pagando únicamente el primer viaje 2,50 dólares australianos.

Para acudir a las playas del sur, sí se accede en autobús.

El Tesoro: Acantilados y paseos

Lady Beach en Watsons Bay
Para poder gozar de vistas espectaculares, lo más recomendable es pasear a través de los infinitos acantilados o entre las playas. De esta forma se vislumbran el mar, las rocas y la vegetación.

Paseo entre Bondi y Coogee
Watsons Bay es de los más altos acantilados. Además, mientras se pasea por la península de Watsons Bay, uno puede encontrarse por el camino vistas a pequeñas playas paradisíacas, faros y olas que chocan contra las rocas al estilo del Paseo Nuevo de San Sebastián en España. A Watsons Bay se puede acceder en autobús aunque al igual que para Manly, lo más rápido y bonito es hacerlo en barco. Watsons Bay está en frente de Manly y ambos son los primeros en estar en contacto con el mar directamente.

Desde Bondi hasta Maroubra, hay varias playas y acantilados con maravillosas vistas al mar. Uno de los paseos más bonitos lo constituye el que va desde Bondi hasta Coogee.


El gran tesoro de Sydney es su costa. Y asimismo, la rica flora y fauna marina lo son. 

lunes, 6 de marzo de 2017

Cosas que pasan en Sydney

Bondi Beach
Es un puntazo encontrarte piscinas al lado del mar de muchas de las playas de Sydney. Puede que se diseñaran porque en ocasiones las corrientes son fuertes y no se puede nadar o porque antiguamente había muchos tiburones en el agua. Hoy en día apenas hay tiburones bien porque hay especies en peligro de extinción o bien porque hay colocadas unas redes en el agua para que no pasen a la parte más cercana de la orilla. 

Pero para puntazo el que haya una piscina olímpica al aire libre debajo del puente de la bahía de Sydney. Durante el mes de febrero, algunos de los días que no ha llovido, me parecía el lugar perfecto para nadar y reflexionar sobre la vida. Era mi lugar de meditación porque no me podía creer que existiera algo así. Las piscinas (también hay una piscina cubierta) se encuentran ubicadas en la parte norte del puente, al lado del parque de atracciones Luna Park y la bahía de Lavender.

El tópico de los canguros y koalas no va unido con Sydney sino con Australia ya que en Sydney no los hay. No obstante, son numerosos los pájaros que vuelan por la ciudad, especialmente en las zonas residenciales. Se posan en todos los árboles y tejados especialmente al amanecer y atardecer y continuamente se oyen una infinidad de cantos. De estas aves destacan las gaviotas, los magpies y los pavos. Lo que más admiro es que los australianos están muy unidos a la naturaleza y conviven con la flora y los animales de una manera que los europeos hemos olvidado.

Por las zonas residenciales, uno parece estar en una especie de jungla porque se oye continuamente a los pájaros, cigarras, grillos etc. Caminando se pueden ver de vez en cuando lagartijas, arañas o cucarachas. También es muy común ver en los árboles hacia la noche el marsupial denominado Possum o murciélagos enormes que por fortuna comen fruta y vuelan alto. 

En lo que a la fauna marina se refiere, también hay crustáceos que nunca había visto como langostinos negros o cangrejos azules. El mundo marino está mucho más poblado que en Europa. ¿Por cierto, habíais visto una sandía amarilla? 


Por otro lado, quería destacar que hay una especial sensibilidad hacia las personas que sufren alguna discapacidad. Por ejemplo, todos y cada uno de los semáforos peatonales están preparados para las personas ciegas. Asimismo, he podido ver en las noticias que no suceden tantas cosas como en Europa. Parece un lugar con un nivel de violencia menor. También hay una menor cantidad de indigentes -aunque por supuesto los hay.

Algo que también me llama la atención es que la gente se deshace de los muebles y los deja depositados en mitad de la calle. Todos los cacharros y muebles depositados los puede coger cualquiera por si los necesita. Es como un Ebay de toda la vida. No es mala iniciativa para promover la "R" de reutilizar pero estos artículos siempre corren el riesgo de mojarse si llueve. En Sydney tanto el sol como la lluvia se intercalan, Más o menos es similar el número de días al mes que hace sol y que llueve. Esa imagen paradisíaca quizá no lo sea tanto.

Sydney

Aunque en general no se utiliza el término ría para describir a Sydney sino que se utiliza puerto (harbour), la ciudad se ha ido desarrollando y ha crecido alrededor de la inmensa ría al igual que sucedió el Bilbao. Pero con la diferencia que la ría de Sydney consta de numerosas entradas y salidas al estilo de las Rías Baixas y Altas de Galicia.

El centro histórico y financiero se sitúa aproximadamente a 7 kilómetros de la costa, a 20 minutos en barco, y es ahí donde se ubican el gran puerto, el titánico puente de acero y el famoso icono de la ciudad Opera House, obra del arquitecto danés Jorn Utzon. En esta zona confluyen el río y el mar y por dicho motivo se le denomina la bahía de Sydney. Dentro de dicha bahía, también podemos encontrar el puerto de Darling, el puerto del parque de atracciones Luna Park y la bahía Lavender. A partir de la bahía de Sydney, la ría se amplía de tal forma que el resto de 7 kilómetros parecen más bien mar que río.

El puerto es de gran afluencia tanto nacional como internacional. Todos los días pasan por el mismo, cruceros que llevan a cabo distintos recorridos por el mundo. Asimismo, muchos de los habitantes de Sydney utilizan el barco como medio de transporte para ir de una parte de la bahía a otra o para ir a otros de los puertos que están ubicados en los aproximadamente 21 kilómetros de ría. El río Parramatta inicia a ensancharse precisamente en el barrio de Parramatta. Desde allí hasta la costa hay barcos que recorren toda la ría. Hay una infinidad de puertos puesto que son muchas las entradas y salidas del río y el recorrido es de dos horas.

Para los turistas o aquellos que entre semana no utilizan el barco, el domingo es el mejor día para recorrer la bahía o la ría ya que por sólo 2,50 dólares australianos se pueden coger todos los barcos que se quiera. Para utilizar el transporte público en Sydney se necesita la tarjeta Opal y los domingos sólo se paga el primer viaje sea de tren, de autobús o de barco siendo el resto de los viajes gratuitos.

El puente en arco de la bahía de Sydney de acero, se construyó desde 1923 hasta 1932. Mide unos 1100 metros de largo, 20 metros de ancho y tiene una altura de 134 metros. El puente es la unión del centro de la ciudad con el norte. El puente se puede atravesar en tren, en vehículo a motor, en bicicleta y caminando. Las vistas desde el puente son espectaculares ya que se puede vislumbrar toda la bahía a la vez que se pueden avistar los rascacielos de la ciudad financiera.

Opera House
La obra de arte del arquitecto Jorn Utzon también se puede ver desde el puente aunque merece la pena pasear por el puerto y llegar caminando hasta la Opera House. Se empezó a construir en 1959 y en aquella época, el estilo arquitectónico expresionista de aquella obra era algo insólito. Su estructura es de hormigón y la forma que adquiere este teatro auditorio es de la de un grupo de conchas. Las “cáscaras de las conchas” las componen los tejados en forma triangular y están recubiertos con baldosas blancas. Las “conchas” son unas cristaleras que le dan al edificio ese toque de teatro. La Opera House se encuentra situada a la izquierda del jardín botánico en donde las vistas a la ciudad también son bonitas. 
The Rocks

Desde el puerto y la Opera House se puede acceder a los altísimos rascacielos de la ciudad, a High Park, al centro histórico The Rocks y al ayuntamiento. Nunca he estado en New York o Hong Kong pero cada vez que paseo entre los edificios tengo la impresión de encontrarme en esas grandes urbes. The Rocks es lo poco que queda de la antigua Sydney. Allí, todavía se pueden ver casitas bajas, al estilo inglés-europeo y un museo arqueológico con las ruinas de algunas de esas casas ya desaparecidas.

No obstante, en las áreas residenciales todo son casas bajas, en general casas individuales de no más de dos-tres pisos. Y uno parece encontrarse un poco en medio de la jungla debido a la vegetación que las rodea y al sonido continuo de una infinidad de aves, de las que abundan las gaviotas.

jueves, 23 de febrero de 2017

El viaje

Por circunstancias de la vida he acabado en Sydney, en Australia. Básicamente en la otra punta del mundo. Dicen que si se pudiera cavar un agujero desde Bilbao, uno saldría en Australia. Y es que estamos hablando de 21 horas de vuelo y 3 de escala. Y añadiendo horas de autobús ya que el vuelo salía de Madrid por la mañana y yo me encontraba en San Sebastián. 

Yo había viajado pero sólo por Europa por lo que era la primera vez que cogía dos vuelos tan largos. Además para mí la semana anterior comenzó la odisea y aumentó el estrés cuando la agencia de viajes me indicó que había habido un problema y que quizá no me iban a dejar coger el avión. El estrés de estar sola ante un viaje tan largo, con muchas horas de avión y el miedo que me genera, había que añadirle el estrés de que a lo mejor ni me dejaban pasar.Tras dejarme el autobús en el aeropuerto lo nervios en la terminal fueron inmensos al no saber si podría pasar. Todo salió redondo, no sucedió nada, todo quedó en que la agencia intentó estafarme para que pagara un vuelo más. Mi consejo es que cuando hagan sus reservas a través de Skyscanner, tengan cuidado con la agencia que les toca.

El primer vuelo fue de 7 horas, de Madrid a Abu Dabhi. Iba en ventanilla y cuando nos adentramos por Egipto, a partir de ahí todo lo que pude ver desde el avión era tierra árida. Efectivamente, Oriente Medio era como me lo había imaginado, desierto y tierras secas. Sólo se veía amarillo. De vez en cuando se vislumbraban casas, también diría como me las imaginaba, pero por lo general no había nada. Hubo un momento en el que también se veía el Mar Rojo y fue cuando conseguí sacar una fotografía. Me fascinó poder ver esas tierras áridas desde arriba.

Uno de los peores momentos fue ya en el aeropuerto de Abu Dabhi. El vuelo había ido bien. En Abu Dabhi eran casi las 8 de la noche y era de noche. Había muchísima gente, había cola para hacer escala. Yo intentaba seguir a la gente de mi vuelo pero hubo un momento en el que había tanta gente que me limité a continuar la cola. El personal que “organizaba” (las comillas las pongo porque era un caos) las colas hablaban en árabe, en los megáfonos todo era en árabe o inglés. Después de casi una hora, finalmente conseguí pasar el control y siguiendo los indicadores fui a la búsqueda de la puerta de embarque. La encontré fácilmente y me quedaba otra hora para coger el siguiente avión.

El siguiente vuelo para Sydney era de casi 14 horas. Me quedaba lo peor. Algunas horas pasaron rápido, otras no tanto. Y entonces es cuando te agobias pensando en si todo saldrá bien porque realmente estás dentro de un aparato y estás perdida en el cielo. Intentaba no pensar. Te duele el trasero y de vez en cuando necesitas levantarte para estirarte y ya no sabes ni lo que hacer. Lo bueno es que hoy en día los aviones están equipados con pantallas que contienen series y películas. Yo también llevaba mi portátil así como una novela. Pero son tantas horas… En este vuelo no pude ver a través de la ventanilla porque la mayoría del tiempo era de noche y ya en las últimas 5 horas, aunque fuera de día, había gente durmiendo y no se abrieron hasta el aterrizaje. ¡Lo que sí vi ya desde el avión fue el puente y Opera House muy pequeñitos!

Los vuelos en general estuvieron bien y con apenas turbulencias. También me gustó mucho el personal de ambos vuelos. La compañía con la que volaba era Virgin Australia pero los vuelos eran operados por Ethiad y las y los azafato/as se portaron genial. Tuve miedo pero todo fue bien.
Donde lo pasé peor fue en el aeropuerto en aduanas de Sydney. Fueron dos o tres horas de espera, de hacerte rellenar un formulario y hablarte como si fueras una delincuente, de pasar por varias personas para que todavía te creas más delincuente aunque no hayas hecho nada y de que te cacheen la maleta. Hubo un momento en el que tuve angustia pensando que no me iban a dejar entrar en Australia. Una cosa es poner medidas para entrar a un país y otra ser tan estrictos. Seguro que después dejan pasar a quién no tienen que dejar…

El problema de Australia es que llegas tan cansado y confuso que te empiezas a plantear si un viaje tan largo merece la pena. O quizá es porque es un viaje que me ha venido de sorpresa. Ahora que ya llevo un mes, sigo pensando que es una burrada, especialmente si se viaja solo. Pero es cierto que ha sido una maravillosa oportunidad conocer la otra punta del mundo y que en ese aspecto, soy un poco afortunada. Los siguientes post ya serán sobre ello…

Mediterráneo tierra de pasión…

El clima de un lugar puede determinar en gran medida los estados emocionales de una persona. Se dice aquello de que cuando hace buen tiempo estamos más felices. Y a este pensamiento razón no le falta cuando puedes ir un día sí y otro también a la playa.


El buen tiempo que hace en las Islas Baleares hacen que Mallorca sea un destino muy querido por todos los Europeos. Y muestra de ello es que la isla está preparada también para los europeos, especialmente ingleses y alemanes. En septiembre tuve la oportunidad de estar 5 días y en todos ellos tuve sol y 30 grados.

Me pareció un destino ideal para vivir aunque hoy en día dicen que en agosto la isla está a rebosar de turistas. A pesar del gran número de visitantes que esta isla recibe, hay una infinidad de calas y playas con aguas cristalinas que escoger. Pero Mallorca no es sólo costa, Mallorca también tiene la Sierra de la Tramontana. Mallorca lo tiene todo.

Nosotros alquilamos un coche, que estaba en buen precio, y cada día nos acercábamos a una parte de la isla aunque nos encontrábamos alojados en la misma Palma. La propia capital desprende encanto a pesar de no tener playa (pero sí costa y puertos). El casco histórico y sus estrechas calles están hechos para recorrerlos, especialmente al atardecer. Gracias al buen tiempo veraniego, cuando se ponía el sol, el ambiente que emanaba la ciudad era acogedor. Había mucha vida por las calles, puestos, tiendas que vendían las típicas ensaimadas, queso de Mahón (Menorca) y sobrasada por doquier… También proliferaban los bares y restaurantes. Probamos uno de los platos típicos, el tumbet, un plato que lleva berenjenas, patatas, pimientos rojos y tomates fritos en rodajas. Otro paseo obligado para los atardeceres me parece el del paseo marítimo y el paseo en donde se encuentra ubicado el Palacio Real de la Almudaina construido en el siglo XIV. Es a través de estos puntos en donde se puede ver el mar.

Considero que mereció la pena haber alquilado el coche ya que hay muchos puntos de interés en esta isla balear y en una hora se puede recorrer de una punta a la otra. La Tramontana, muy transitada en invierno por ciclistas y esquiadores, tiene en sus faldas localidades como Sóller. Es un pueblo rodeado de montañas y el color verde. Una de las atracciones de Sóller es el tren de madera que transita por el centro de la localidad y que recorre varios pueblos más.

La parte montañosa a través de la cual se puede vislumbrar el mar se sitúa en la Alcudia, yendo desde el puerto de la Alcudia y pasando por el puerto de Pollença, hacia el Cabo de Formentor. Las vistas desde arriba son espectaculares y abajo, Formentor tiene mucha vegetación y playas paradisiacas.

Para playa paradisiaca no podía dejar de mencionar Es Trenc, muy cercana a Palma de Mallorca. Sus aguas son unas de las más cristalinas y cálidas de la isla.

Volviendo al hilo de las playas y calas, hay una infinidad de ellas que se van encontrando a medida que se va con el coche. En nuestro caso nos parábamos un rato a descansar y a nadar y otra vez volvíamos a coger el coche para acabar en una siguiente cala o playa. El encanto de todas ellas era la combinación de verde, rocas y aguas cristalinas. Recorrimos tantas que no nos acordamos de todos los nombres. Me acuerdo de la Cala Mondragó, que está ubicada dentro de un parque natural porque era una bonita mezcla de playa y calas con el bosque mediterráneo.

Uno de los lugares más bonitos también es Sa Calobra. Allí además de haber una cala, continuando con el paseo uno puede encontrar unas rocas de altura y una cueva para pasar a una mini playa. El encanto de Sa Calobra se sitúa detrás de la cueva ya que se puede vislumbrar un valle y un río rodeado de arena. Este río, en general en verano se encuentra prácticamente seco.


Nos quedamos con ganas de estar más tiempo ya que probablemente, hay más paraísos escondidos por la costa balear. También nos quedamos con la idea de que es un buen lugar para vivir. El dueño del Airbnb nos comentó que el invierno dura poco en aquella zona del mediterráneo por lo que, quién sabe si algún día volveré…