lunes, 8 de diciembre de 2014

Enamorarse de París

Aprovecho que algunos están de "puente" para recordar un viaje que realicé en uno de los pocos puentes que en el Reino Unido existen, en mayo. A continuación describo la visita turística en dos días, más o menos la misma que llevé a cabo.

No se confundan. París no es la ciudad del amor, París es una ciudad que enamora. Basta con adentrarse por las calles más cercanas al río Sena y pasear desde la Torre Eiffel hasta la catedral de Notre Dame para comprobarlo. No hay nada como desayunar un croissant y empezar la jornada visitando el museo del Louvre. Incluso para el que no entra, ya sólo por fuera tienen para deleitarse arquitectónicamente y admirar los jardines que le rodean.
 
Cuando al mediodía el hambre apremia, es mejor no dejar de lado la exquisita cocina francesa. Por ello es recomendable el típico plato de carne de pato acompañada de una guarnición de patatas panaderas en restaurantes como en una 'Brasserie', con espectaculares vistas al Sena.

Para seguir con el proceso de enamoramiento de la urbe, el siguiente paso a seguir es la “isla” y su Puente Nuevo, siempre recorriendo las orillas del Sena, partiendo desde el Louvre y caminando hasta Notre Dame. Por si la imponente catedral gótica no fuera suficiente, subir a Montmartre puede dejar a uno maravillado. No sólo porque la colina a lo alto deja entrever la ciudad, sino porque una vez arriba, las calles estrechas y tiendas exclusivas crean la identidad de París, un punto de encuentro para el arte y el Moulan Rouge, en donde lo tradicional y lo moderno se entremezclan.

Una jornada agradable de paseos infinitos, se debe terminar con un buen descanso en un lugar en el que se pueda ver desde el cuarto iluminada la Torre Eiffel. Meudon-sur-Seine es uno de esos lugares estratégicos. Por fortuna, me alojé en casa de unos amigos que viven en esta zona y con estas vistas, pero deduzco que al estar en las afueras, se pueden encontrar hoteles no tan caros.   

Descansen, descansen, que al día siguiente toca subir a la Torre Eiffel, visitar Los Inválidos, el Arco del Triunfo así como Los Campos Elíseos y sus tiendas de alto caché.

jueves, 30 de octubre de 2014

No hay nada como ir a una ciudad de mar...


               Cuando se vive en una urbe como Londres y se echa de menos la brisa del mar. Esa ciudad es Brighton. Para la mayoría de los habitantes londinenses, suele ser una escapada o excursión obligada para desconectar debido a su cercanía y su buena conexión con el tren. 

Brighton es atractiva en cuanto a su mezcla de estilos. Es una típica ciudad pesquera que pasó a tener su toque elegante cuando en el siglo XIX tras la llegada del ferrocarril, comenzó a crecer y a ser visitado por la aristocracia. Es una ciudad dinámica, llena de arte, en la que hay espectáculos y eventos culturales durante todo el año.

•    Son de visita obligatoria el exótico Palacio real, Royal Pavilion, un edificio de estilo neo-oriental y que personalmente llamo el pequeño Taj Mahal (a pesar de no haber estado en India) construido para George IV como lugar de retiro ;  así como las calles centrales de la urbe denominadas “The Lanes”. En ellas, hay tiendas y comercios exclusivos y tradicionales así como pubs al estilo inglés que llaman a la curiosidad y a ser "visitados por dentro".

Tampoco se debe dejar la ciudad sin haber pasado por  el  largo paseo marítimo. Uno puede optar por pasear por la parte de arriba en donde se ubican los diferentes edificios señoriales, o por la parte de la playa, en donde se ubican las típicas casetas de playa de colores y en donde proliferan los puestos, bares y restaurantes, así como tiendas que venden pescado fresco. 

      En una parte del paseo se encuentran el Sea Life Centre, el más antiguo de los acuarios del país, así como el famoso muelle Brighton Pier. Es un muelle que se adentra en el mar y que alberga un parque de atracciones muy antiguo pero todavía en funcionamiento (para los que lo conocemos, un parque de atracciones tipo el de Donostia-San Sebastián). Un lugar agradable por el que pasear se deleita con el mar y con los puestos de dulce, algodón de azúcar o el famoso dulce The Brighton Rocket.