Por
circunstancias de la vida he acabado en Sydney, en Australia. Básicamente en la
otra punta del mundo. Dicen que si se pudiera cavar un agujero desde Bilbao,
uno saldría en Australia. Y es que estamos hablando de 21 horas de vuelo y 3 de
escala. Y añadiendo horas de autobús ya que el vuelo salía de Madrid por la
mañana y yo me encontraba en San Sebastián.
El primer vuelo
fue de 7 horas, de Madrid a Abu Dabhi. Iba en ventanilla y cuando nos adentramos
por Egipto, a partir de ahí todo lo que pude ver desde el avión era tierra
árida. Efectivamente, Oriente Medio era como me lo había imaginado, desierto y
tierras secas. Sólo se veía amarillo. De vez en cuando se vislumbraban casas,
también diría como me las imaginaba, pero por lo general no había nada. Hubo un
momento en el que también se veía el Mar Rojo y fue cuando conseguí sacar una
fotografía. Me fascinó poder ver esas tierras áridas desde arriba.
El siguiente
vuelo para Sydney era de casi 14 horas. Me quedaba lo peor. Algunas horas
pasaron rápido, otras no tanto. Y entonces es cuando te agobias pensando en si
todo saldrá bien porque realmente estás dentro de un aparato y estás perdida en
el cielo. Intentaba no pensar. Te duele el trasero y de vez en cuando necesitas
levantarte para estirarte y ya no sabes ni lo que hacer. Lo bueno es que hoy en
día los aviones están equipados con pantallas que contienen series y películas.
Yo también llevaba mi portátil así como una novela. Pero son tantas horas… En
este vuelo no pude ver a través de la ventanilla porque la mayoría del tiempo
era de noche y ya en las últimas 5 horas, aunque fuera de día, había gente
durmiendo y no se abrieron hasta el aterrizaje. ¡Lo que sí vi ya desde el avión
fue el puente y Opera House muy pequeñitos!
Los vuelos en
general estuvieron bien y con apenas turbulencias. También me gustó mucho el
personal de ambos vuelos. La compañía con la que volaba era Virgin Australia
pero los vuelos eran operados por Ethiad y las y los azafato/as se portaron
genial. Tuve miedo pero todo fue bien.
Donde lo pasé
peor fue en el aeropuerto en aduanas de Sydney. Fueron dos o tres horas de
espera, de hacerte rellenar un formulario y hablarte como si fueras una delincuente,
de pasar por varias personas para que todavía te creas más delincuente aunque
no hayas hecho nada y de que te cacheen la maleta. Hubo un momento en el que
tuve angustia pensando que no me iban a dejar entrar en Australia. Una cosa es
poner medidas para entrar a un país y otra ser tan estrictos. Seguro que
después dejan pasar a quién no tienen que dejar…