Hace dos años que
tuve la suerte de conocer la ciudad italiana de Florencia o Firenze. Estaba
esperando un hecho al que poder unirlo para poder escribir este post, pero un
aniversario también es una buena escusa para ello. Por fin visité aquella
ciudad que anhelaba conocer ya que todos los libros de texto escolares la
mencionaban cuando nos tocaba trabajar el arte y arquitectura.
Me maravillé
desde el inicio ya que el primer punto de visita fue subir al mirador Piazzale
Michelangelo. Desde allí se puede ver la imagen completa de la ciudad y
deleitarse desde lejos de su arte y belleza. Esta localidad que cuenta con
alrededor de 370.000 habitantes es preciosa, tanto desde fuera, como cuando se
está paseando por sus calles de piedra.
No es para menos
que esta localidad capital de la Toscana aparezca en los manuales. La ciudad
alberga el arte por doquier. El centro histórico constituye una belleza
refinada levantado sobre sus suelos de piedra perfectamente alienados. Todavía
hoy se palpa lo que en su día sería una ciudad rica y próspera en el periodo
del Renacimiento bajo el dominio de los Medici.
De Firenze cabe
destacar La catedral de Santa Maria del Fiore así como su majestuosa cúpula de
Filippo Brunelleschi como muestra del arte en mayúsculas que dejan a uno
boquiabierto. Aquel día no podía dejar de admirar una y otra vez la catedral
desde sus distintos ángulos. Ofrece una imagen pictoresca ya que el monumento
utiliza colores vivos como el verde o rosáceo y los combina con el blanco
mármol. Su fachada es también característica puesto que cuenta con tres puertas
de bronce.
El río, al igual
que otras muchas localidades, es una de sus atracciones más espectaculares. Y
más que el propio río Arno, lo es su puente Ponte Vecchio (Puente Viejo). Se
trata de uno de los puentes de piedra más antinguos de Europa y que conserva
casas colgantes encima del mismo. Construido en el siglo XIV, fue lugar de
vivienda de carniceros y matarifes aunque Fernando I alegó que desde el puente
se desprendía el mal olor de la carne y prohibió que continuaran allí asentados.
Actualmente, estas viviendas se han convertido en joyerías y tiendas exclusivas
llamativas para los turistas.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhtMcvsGDWFlxOZmIgIF7R6yc7BbRmmpL7O0TpGzp5j-7rBcZ6MMygKt8r2EsROgcvuyjfJiSxKBSeVm0OpKCrQudIZgD4KaUcYJEfV-dcZ6RDhKULL1-8KsWX77n-2YHlPHfTP4Af9SHrJ/s320/DSC_0573.jpg)
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Además de Ponte
Vecchio, otro de los símbolos de la ciudad es la obra de arte “David” de Miguel
Ángel (Michelangelo Buonarroti) que se encuentra ubicada dentro de la Galería
de la Academia de Florencia en la plaza de la Señoría (en la plaza hay una réplica). Además, para los amantes
del arte, está el palacio Galería Uffici en donde se encuentran muchas
de las obras de arte de la historia. Hay diferentes salas dedicadas a autores
como Boticelli o Giotto di Bondone. A pesar de que la ciudad pueda verse en un
día, para poder visitar todo el museo Uffici se necesita otro día.
Firenze también
cuenta con muchas pequeñas pastelerías o chocolaterías y es famosa por su
solomillo. Su plato típio se denomina “Bistecca alla Fiorentina”. Este
solomillo de ternera o buey contiene un espesor grueso e incluye el hueso (en
forma de T). Se realiza a la parrilla y se suele sazonar con aceite de oliva y
pimienta negra.
Si algo
caracteriza a Roma y Firenze es que en ambas se tiene la sensación de viajar en
la historia. Son ciudades bucólicas que merece la pena visitar.