Aprovecho que algunos están de "puente" para recordar un viaje que realicé en uno de los pocos puentes que en el Reino Unido existen, en mayo. A continuación describo la visita turística en dos días, más o menos la misma que llevé a cabo.
No se confundan.
París no es la ciudad del amor, París es una ciudad que enamora. Basta con
adentrarse por las calles más cercanas al río Sena y pasear desde la Torre
Eiffel hasta la catedral de Notre Dame para comprobarlo. No hay nada como
desayunar un croissant y empezar la jornada visitando el museo del Louvre.
Incluso para el que no entra, ya sólo por fuera tienen para deleitarse
arquitectónicamente y admirar los jardines que le rodean.
Cuando al
mediodía el hambre apremia, es mejor no dejar de lado la exquisita cocina
francesa. Por ello es recomendable el típico plato de carne de pato acompañada
de una guarnición de patatas panaderas en restaurantes como en una 'Brasserie', con espectaculares vistas al Sena.
Para seguir con
el proceso de enamoramiento de la urbe, el siguiente paso a seguir es la “isla”
y su Puente Nuevo, siempre recorriendo las orillas del Sena, partiendo desde el
Louvre y caminando hasta Notre Dame. Por si la imponente catedral gótica no
fuera suficiente, subir a Montmartre puede dejar a uno maravillado. No sólo
porque la colina a lo alto deja entrever la ciudad, sino porque una vez arriba,
las calles estrechas y tiendas exclusivas crean la identidad de París, un punto
de encuentro para el arte y el Moulan Rouge, en donde lo tradicional y lo
moderno se entremezclan.
Una jornada
agradable de paseos infinitos, se debe terminar con un buen descanso en un lugar en el que se pueda ver desde el cuarto iluminada la Torre Eiffel. Meudon-sur-Seine
es uno de esos lugares estratégicos. Por fortuna, me alojé en casa de unos amigos que viven en esta zona y con estas vistas, pero deduzco que al estar en las afueras, se pueden encontrar hoteles no tan caros.